¿Qué pasa si “Todo vale”? Psicópatas y narcisistas en la sociedad

Estamos en cuarentena, con miedo por la pandemia, con muertos y contagiados que aparecen en primeras planas, aislados de los que queremos y sin poder circular libremente por las calles. “¿Cómo la están pasando los/as psicópatas en medio de todo esto?” me preguntan bastante seguido. Pero yo sé que en el fondo saben la respuesta.

Es cierto que dependiendo de la cualidad de cada personalidad, algunos están subsumidos en el aburrimiento, volviéndose más molestos de lo que ya son, otros están agrediendo a quienes conviven con ellos, porque la ira se deja fluir en esa sensación de ahogo por no conseguir combustible; otros estarán disfrutando a través de internet del sufrimiento de millones que viven esta situación con espanto y miedo a lo que pueda pasar, otros estarán troleando por las redes o difundiendo fakes news para aportar al caos, la desinformación, el terror y la histeria colectiva; de todas maneras las personalidades psicopáticas siempre disfrutan el caos.

Quería introducirlos con este tema, porque de lo que voy a hablar va más allá de la situación concreta del virus y la pandemia, pero sin dudas tiene mucho que ver: Cómo el caos, la confusión y el desorden, se configuran como escenarios perfectos para el accionar de personalidades anti-sociales (aquellos que actúan en detrimento del bienestar y la dignidad de las personas).

Si hay algo que nos enseña este conocimiento (el conocimiento de la existencia de la personalidad psicopática y narcisistas en la vida cotidiana, su accionar y sus consecuencias), es la caída inminente de muchos paradigmas que dominan el imaginario colectivo y social de la mayoría. Son dominantes en tanto las instituciones sociales (educación, salud, justicia) más representativas, no lo toman en cuenta, como ya sabemos, no forma parte de ninguna agenda política, y no vamos a encontrar películas y series con foco en la problemática de la psicopatía y el narcisismo en la vida cotidiana, o al menos no vas a encontrar mucha publicidad de las mismas. En cambio si hay miles de audiovisuales con psicópatas forenses conocidos, de la vida real y ficticios, y todo un endiosamiento alrededor de ellos, lo cual es aún más preocupante.

Ni hablar de la caída de los valores humanos y sociales básicos, que si bien se dicen defender, día a día la realidad nos demuestra en la cara lo contrario. Y paralelo a esto, todo un conjunto de filosofías o de maneras de leer la realidad, basadas en un relativismo, que pronto veremos, se vuelve tóxico en las manos inadecuadas.


¿Qué pasa si “todo vale”?

Resulta que el relativismo cultural, nos puede ayudar a entender muchas cuestiones inherentes a distintas sociedades, culturas, tradiciones, etc. Nos ayuda a EXPLICAR por qué un sistema social difiere de otro. Como teoría explicativa funciona espectacular, pero de ninguna manera sirve para dar JUSTIFICACIÓN a los hechos y conductas que personas llevan a cabo desde su plena capacidad de decisión y libre albedrío. Quizás algunos dirán que esto no es así, sin embargo muchas son los ejemplos que demuestran cómo se justifica lo injustificable, inclusive, sin percatarse de ello; el más claro es el de la representación social errónea que se tiene de la -víctima de violencia de pareja-, a quien por años se la consideró, como alguien que “tiene una enfermedad mental, o baja autoestima, o algo hizo, lo permitió” y además “a mi nunca me va a pasar, por que yo soy inteligente, y ellos evidentemente son tontos, no se saben defender” etc., permitiendo que a la víctima se le desarraigue su lugar de víctima como tal, reduciéndola a ser una simple participante del hecho, es decir, responsable, de la mano de su perpetrador. Víctima y victimario entonces, son lo mismo.

Muy probablemente muchos de quienes defienden a uñas y dientes este sistema de pensamiento (el relativismo) están confundiendo el EXPLICAR con el JUSTIFICAR, cosas que van por separado y no deben mezclarse, lo cual resulta peligroso.

El relativismo moral que se pretende (y que de hecho ya se logró) instaurar, no es más que una forma sesgada de pensamiento, que curiosamente cae en el absurdo: todo vale, todo es subjetivo, todo es relativo, y por ende nada es lo que parece, nadie tiene la razón, nadie tiene la verdad, la realidad no es lo que es, entre otras cosas.

En un escenario así planteado sin embargo, se da lugar a que cualquiera manipule e imponga, tergiverse la realidad, los hechos, las palabras, se cambien significados por otros, se confunda a través de discursos y muchas otras maniobras, que muy bien conocemos que llevan a cabo las personalidades psicopáticas cuando el contexto se lo permite.


Ni todo es cien por ciento objetivo, ni todo es cien por ciento subjetivo, punto.

¿Y esto por qué? qué tiene que ver esto con los/as psicópatas y el caos? Resulta que la personalidad psicopática, lleva consigo un sistema de valores nulo, donde carece entre otras cosas, de empatía y conciencia moral, que se relacionan con los demás basándose en que en ellos, TODO VALE: no existe código social, ni importa el daño ajeno mientras se consigan los objetivos personales. Esto quiere decir que la -percepción de la realidad- para el psicópata es totalmente contraria al “sentido común” de cualquier personalidad mínimamente empática, que entienda que no puede pasar por sobre los demás aplastando la dignidad humana de otro, con tal de conseguir lo que quiere.

Para los psicópatas todas sus acciones implican hacer justicia y tomar “lo que a ellos les pertenece”, “poner en su lugar a quien haya cuestionado su orden”, todo lo que hacen “es lo justo y lo que corresponde”, “ellos son Dios y nosotros somos polvo y la nada misma, somos aparatos, electrodomésticos de uso y desuso”, como bien lo grafica en sus libros HG Tudor.

La realidad o la verdad del psicópata, es bien concreta: La destrucción y la instrumentalización de los demás, es su derecho de nacimiento. ¿Todo vale? No, todo no vale. No se puede justificar de ninguna manera, el comportamiento destructivo que una persona ejerce hacia otra.

En una sociedad donde todo vale, no hay otra consecuencia que el caos y la confusión generalizada. Una víctima sometida durante años al maltrato y abuso psicopático, fue desterrada de su propia percepción de la realidad y de la realidad misma, e introducida a la burbuja psicopática a través de la luz de gas: “¿Te pegué? es porque te amo y quiero cuidarte”; “¿te engañé? yo no te engañé, vos no me satisficiste mis necesidades sexuales, y tuve que buscar ayuda afuera. Yo soy quien sufre aquí”; “Yo no dije eso, vos interpretás todo mal, porque sos una rebuscada, paranoica y perseguida”, etc.

Si no delimitamos las cosas y no llamamos cada cosa por su nombre, dejando al azar de la percepción subjetiva, o de lo que cada uno piense que signifique tal o cual cosa, TODO SE VUELVE CAOS.

Hace poco pregunte en las historias de instagram, qué es el amor: algunos dijeron que era amistad, otros que era una falacia, que no existía, que era un arma de manipulación, etc. Si bien podemos argumentar que “no hay consenso” respecto a un término como este, tampoco se puede dejar arrojado al azar de cada circunstancia, y menos que menos, que venga alguien más y llene ese vacío conceptual a su gusto y placer, como pasa seguido en los vínculos traumáticos: muchas víctimas creen que el amor, por ejemplo, es vivir sometidos a la orden de alguien, que es dejar cosas por esa persona, e incluso que todo el abuso es también parte del amor. ¿Por qué? porque no hubo una delimitación de lo que significa “amor”, “vínculo saludable”, etc., y no poner en palabras concretas algo y definirlo para separarlo de lo que no es, provoca que, personas como los psicópatas, vengan y reinen el caos. Es por ello que en la terapia para la recuperación luego del abuso narcisista/psicopático, se trabaja en uno de sus niveles, los esquemas de pensamiento que la persona manipuladora introyectó en la víctima. Hay una frase muy presente en la vida cotidiana, que se ha tergiversado su sentido y ha sido usada para manipular, y es “el amor todo lo puede” (este es un ejemplo de esquema de pensamiento).

Entonces, dejar TODO librado al azar permite que todo se convierta en un caos, y en el caos triunfan los que destruyen, mientras los demás se hunden en la confusión y el no saber cómo actuar, o qué pensar. Los psicópatas son hábiles manipuladores y se adaptan a la perfección a cada circunstancia para sacar de ella el mayor provecho posible. Una persona que no tiene bien en claro su sistema de valores (ya sea por circunstancias personales, o bien por circunstancias SOCIALES, con paradigmas que internalizamos, o representaciones sociales que naturalizamos), que no tiene bien en claro sus límites, ni entiende muy bien cuánto debería aguantar de otra persona, sin perderse ella misma en el otro, deja abierta su puerta para que cualquier manipulador/a, haga y deshaga a su manera. Esto puede ser perfectamente llevado a contextos sociales más amplios, donde a través del relativismo por ejemplo, permitimos que la violencia se despliegue y que nadie haga justicia por ella, sobre todo la violencia más silenciosa y encubierta, esa que no todos quieren entender muy bien, algunos por desconocimiento y otros por mala fe. Porque claro, según esto, ¿Quién define lo que está bien y lo que está mal?

Lo mismo ocurre con el auge de las miles de corrientes espirituales, donde en ellas también se tergiversan y se introducen “leyes” o ¿dogmas? que se reconocen muy bien por palabras como “TODO”, “NADA”, “NUNCA”, “SIEMPRE”: “Toda tu realidad, fue construida por tu mente” (decíselo a alguien que vive en pobreza extrema) “Toda circunstancia vivida fue creada con tus pensamientos” (si naces con padres abusivos, ¿también?), “Siempre que te molesta algo ajeno, está dentro tuyo” (Si alguien me insulta, me golpea, o ataca mi integridad, es bastante objetivo que la violencia es unidireccional y no una mera percepción mía) “Nadie te hace cosas, vos decidís que eso es malo o bueno” (es decir, no existen los valores humanos ni sociales, todo da lo mismo) “No existen malos o buenos” (sin embargo, sabemos que la personalidad psicopática actúa con “malicia”, si le llamamos así a manipular, abusar de la confianza, maltratar de múltiples maneras, mentir, socavar la dignidad del otro, aislarlo de su círculo social, entre otras cosas).

En una situación de abuso narcisista, ¿de quién es la culpa? Los relativistas van a decir que la culpa es de ambos personajes y que no hay víctimas ni victimarios y yendo más lejos, dirán que el/a psicópata narcisista también es víctima, porque en el fondo sufre (tergiversando “vacío” por “sufrimiento”, aplicando un gatillo emocional, para que empaticemos con el maltratador/a). Si una víctima les explicara la cantidad de martirios que ha tenido que pasar, y un profesional del tema les explica con lujo de detalle los mecanismos psicológicos por detrás, ellos dirán que en psicología nada está probado, o hay mucha puja entre teorías, etc. Los/as psicópatas y sus simpatizantes, siempre tendrán un as bajo la manga, para defender su status quo: que la violencia psicopática siga en las sombras y la confusión continúe entre las personas, para que nadie se sepa defender, nadie entienda lo que ha vivido, que no sepan a quién acudir, que no sepan de qué manera sacarse de encima a los/as psicópatas cotidianos que intentan engañarlos, que no puedan poner en palabras lo que les pasó, o entender incluso qué cosas los pusieron en esa vulnerabilidad, que tampoco aprendan a gestionar sus emociones, o a desarrollar su potencial humano, ni a diferenciar las dinámicas sanas y equilibradas de relación social, ¡no vaya a ser que pierdan soberanía y combustible! En la oscuridad y en la confusión, quienes triunfan son los que destruyen.

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